¿En qué puede ayudarnos la Psicología?
Es altamente conocido que la salud no es solo la ausencia de enfermedad, si no que también implica un bienestar físico, psicológico y social. A través de la escucha activa, la comprensión, el juego y el humor, creando un espacio seguro y de confianza, la intervención psicológica logra aumentar el bienestar. ¿Cómo? Disminuyendo los síntomas, impulsando las fortalezas propias y creando los apoyos externos necesarios.
La psicología engloba múltiples aspectos (cognitivos, conductuales, emocionales) y ámbitos (ocio, académico, personal, social) del ser humano.
¿Cómo sé si mi hijo o hija necesita apoyo psicológico?
Hay dos premisa fundamentales:
- El malestar que siente interfiere con su vida, impidiéndole llevar a cabo las actividades de su día a día en cualquiera de los ámbitos anteriormente mencionados.
- Se ha descartado que lo que le ocurre no se debe a causas médicas para las que no se requiere apoyo psicológico.
Desde el departamento podremos ayudar a tu hijo/a siempre que lo necesites, pero sobre todo si…
- Le cuesta estar concentrado en los juegos o en las actividades escolares.
- Se le olvida constantemente lo que tiene que hacer o no recuerda lo que ha hecho.
- Ha bajado su rendimiento escolar o este se mantiene bajo durante mucho tiempo.
- “No para quieto”, si necesita moverse constantemente, no es capaz de esperar el turno en los juegos o interrumpe con frecuencia al hablar.
- Tiene rabietas descontroladas, no hace caso, no respeta los límites, etc.
- Se muestra irascible o extremadamente preocupado por algo.
- Le resulta muy difícil enfrentarse a cosas nuevas o tomar decisiones, reaccionando con llanto, enfado o evitándolo.
- Se queja frecuentemente de dolores de cabeza, de tripa, eczemas… Y no tienen una causa médica.
- Se hace pis o caca encima cuando antes no lo hacía.
- Se enfada de manera desproporcionada cuando cambias algo de sitio, le llevas la contraria o no le permites seguir ciertos rituales.
- Tiene un bajo estado de ánimo durante mucho tiempo, con una profunda tristeza.
- Ha perdido las ganas o el interés por “todo” incluso por actividades que antes disfrutaba.
- Ya no tiene ganas de comer, o come excesivamente.
- Verbaliza que no le gustan aspectos de su cuerpo, teniendo una preocupación excesiva por ocultarlos, disimularlos o rechaza acudir a reuniones familiares o de amigos por ello.
- Se hace daño a sí mismo/a: se da cabezazos, puñetazos, se araña, arranca el pelo, se corta, etc.
- Verbaliza que no le gusta su vida, no puede más, preferiría no estar vivo o dormir para siempre.
- Expresa que necesita ayuda.
- Tiene conflictos constantemente con profesores, amigos/as, hermanos/as, etc.
- Si a menudo se encuentra aislado, no juega con otros/as niños/as. Se muestra tímido cuando tiene que hablar ya sea en público o en grupos pequeños.
- Siempre está cansado o tiene problemas de sueño sin causa médica que lo justifique.